Hoy, que llovió y todas esas cosas, fue más fácil pensar. Con las muchachas hay que ser cortés por fuera y duro por dentro. Sólo se dejan vencer por los hipócritas. Lo encuentran divertidísimo, me explicó Walser.
Recordé, con cierta impotencia, que son más felices los que aman que los que son amados. Pero quien ama menos, domina. ¿No importa el dominio? Bla, bla, bla.
El amor es un debate con la indiferencia. Con la indiferencia del otro. Y con el manejo de la indiferencia.
Es importante que llueva. El agua aclara. Aclara. El silencio también. Tu silencio también. Gracias.
viernes, 30 de marzo de 2007
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6 comentarios:
Intento de traducción.
Al Nonino está desencantado, y piensa en el motivo de su desencanto. El desencato es fruto de un desengaño amoroso. O sea: una mujer le ha dicho no. Como Al Nonino es un alma sensible, se refugia, entre otras cosas, en la lectura. Pero eso no llena la indiferencia de la mujer amada. ¡Ay! Ahora Al Nonino enfrenta el caminar por ahí con ese pequeño drama a cuestas. Y el hecho de que la mujer no dé señales de vida (que podría ser por cualquier accidente...) le bautiza en el desengaño.
¡Bienvenido, Bob!
Y yo digo: Hay que comer más lentejas y asado, hay que tomar más vino.
Espero que otros lectores del blog brinden más versiones de esta novela.
Eu hallo que o mininho Al está poseido; que a gente debe aplicar o manto da descarga!
Si,si, a sacudir las cabezas (no me peguen! soy...) y escurrir las negatividades, que el amor está lejos de ser un debate con la indiferencia.
Me temo que lo de Al puede ser todavía más profundo y no tratarse sólo de un acto de incorrespondencia amorosa, sino de un grito frente a la injusticia de los vericuetos del amor.
Prefiero ilustrar con palabras de Dolina (de un cuento titulado "La conspiración de las mujeres hermosas") esta vil problemática a la cual adhiero.
Dice Dolina: "Es que cada mujer que pasa frente a uno sin detenerse es una historia de amor que no se concretara nunca. Y ya se sabe que los hombres de corazon
sueñan con vivir todas las vidas."
"El camino para derrotar a esta muralla es largo y penoso, pero seguirlo es deber de los criollos arremetedores. No hay mas remedio que quererlas (a las mujeres) a pesar de todo. Y mas todavia, tratar de que a uno lo quieran. Esta segunda labor es especialmente complicada y puede llevar la vida eterna. Consiste -por ejemplo- en ser bueno,
aprender a tocar el piano, convertirse en heroe o en santo, estudiar las ciencias, comprarse una tricota nueva, lavarse los dientes, ser considerado y tierno y renunciar a los empleos nacionales. Una vez hecho todo esto, ya puede el hombre enamorado, pararse en
la calle y esperar el paso de la primera mujer hermosa para decirle bien fuerte: -He sufrido mucho nada mas que para saber su nombre.
Seguramente, la tipa fingira no haber oido, mirara al horizonte y
seguira su camino.
Pero sera injusto."
Frente a esto, Dolina plantea una reflexión final alentadora:
"...todo amorio debe presentar una cantidad razonable de escollos. Para serles franco, no quisiera saber nada con una mujer capaz de entreverarse en dos minutos
con un tipo como yo."
Simplemente me queda callar ante las palabras de Dolina. Él siempre tiene algo que decir con respecto a las mujeres, al amor, y al fracaso, que suelen ser la misma cosa.
Pero eso de nickerase como el turco Mandeb, es demasiado. Eso no debería estar permitido.
También dijo que si uno se esfuerza, podrá fracasar en la consecución del amor, pero al menos tendrá derecho a sentir que ha sido injusto.
Más vino, más vino. (Tinto, claro).
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