sábado, 29 de septiembre de 2007

Mensajes de texto

Ya me llegó por varios lados -fuentes confiables y no tanto- que Vila-Matas es bueno.
Fui a la librería.


Había dos señores, el librero y el Pelado.
-Bueno, contame algo, en qué andás, qué has hecho -le dijo el librero.
-Te mandé un mensaje hace tiempo... -respondió el pelado.
-¿?
-Sí. Nunca respondiste... -remarcó.
-Es que cambié de celular... Este es cero nueve cuatro ahora.
-Ahh, pasame, pasame, dale.
Anotaron sus nuevos números de celular.
-Bueno, me tengo que ir -dijo el pelado-. ¿Cuándo nos vemos?
-Te mando un mensaje.
-Dale.
-Dale.

El librero no tenía nada de Vila-Matas ("¿Enrique o Antonio?").

Vida de perros

Un mendigo y un perro.
-Tengo una vida de perros... -se lamentó el mendigo.
-Yo también -dijo el perro.
Ambos quedaron en silencio, mirando las hojas de otoño en el suelo.
Y el mendigo dijo:
-¡Guau!
Y el perro respondió:
-¡Guau!
Y se alegraron de no estar solos en esa vida de perros.

P.D.: Dibujo de Francisco de Goya y Lucientes.

Una mierda haber terminado así

Se fue contra el rincón, se tiró un pedo, y en seguida vino su suegra:
-Germán, comete unos olímpicos…
Germán hinchó sus pulmones para absorber el olor agrio de su pedo, y levantó hombros y cejas. Con cara de Gata Flora eligió el olímpico más pequeño. (Noveno del día).

Germán lleva meses saliendo con Natalia. Luego de amenazas y huelgas de hambre por parte de la prometida, viajan hasta Lavalleja para conocer a la familia de ella. “Al cumpleaños de Zulema”.
Antes de la patética escena del pedo y el olímpico, Germán está en Montevideo. Desayuna jugo de naranja, mate, café con leche, vino y sandía. Según los médicos, eso es ansiedad. En el ómnibus, se empieza a sentir mal. Pero como los baños químicos le dan claustrofobia, debe contener el impulso fecal.
Al cumpleaños de Zulema asisten 38 familiares:
"Nicomedes, él es Germán".
"Nicasio, él es Germán".
"Lilia Blanca, él es Germán".
Promedio de edad: 82, 5.
En cada saludo, Germán sólo piensa en una cosa: El Baño. No quiere ser grosero, así que evade el tema. Al tiempo, junta coraje y dice:
-Mi amor, ¿el baño? -con disimulo, como si se tratara de un ingenuo orín.
Baja la tapa de plástico y se sienta.
Tra. Germán derrama un infierno.
Parecía una máquina de hacer helado. Y sale tanta “cosa”, que en un momento tiene miedo de quedar hueco por dentro. Germán sólo se siente satisfecho cuando la materia, que asciende de forma espiral, le toca los testículos.
Se sube los pantalones, y después de mirarse un segundo en el espejo y esbozar una sonrisa de alivio, aprieta el botón de la cisterna.
El botón de la cisterna no responde.
Germán queda color papel higiénico. Desesperado, a punto de suicidarse, piensa.
Piensa en agarrar el trofeo que dejó en el váter y tirarlo en cuotas por la lavatorio. Pero eso le dejaría mucho olor en sus dedos.
Piensa en envolverlo en una toalla, y tirarlo en la basura de la cocina. Pero atravesar el living con "eso" en sus manos sería imposible.
No sé si logro transmitir bien lo que le está sucediendo a este hombre, pero probablemente se trate de una de las situaciones más difíciles que atravesó en su vida.

Descubre que en la ducha hay una banderola que da hacia la calle. Mira la banderola, mira el váter, mira la banderola, mira el váter. Germán une sus dos manos haciendo, digamos, una "palita humana". Agarra el trofeo con la "palita", y en un pique corto lanza todo "eso" hacia la banderola.
Erra.
Aquello choca contra el azulejo, y resbala lentamente hasta estacionarse en el suelo de la ducha. Una derrapada a lo Pollock queda estampada.
Sale del baño, tranca la puerta, y va directamente hacia su prometida:
-Mi amor, me tengo que ir, tuve un problema familiar.
Y nunca más la llamó. No volvió a saber de ella.
Una mierda haber terminado así.

P.D.: Los nombres de los personajes de esta historia fueron modificados.

Diálogos lunáticos

Dos niños:
-La Luna no está tan lejos..., ¿viste...?
-... -respondió el más pequeño.
-Sí, sí, no está lejos... está ahí... donde la ves...
El más pequeño miró desconfiado. Y luego dijo:
-Bueno... entonces vamos, ¡vamos hasta ahí!

lunes, 17 de septiembre de 2007

Predicción

El chocolate blanco salvará el mundo.

domingo, 16 de septiembre de 2007

La escritura o (¡y!) la vida

Por culpa de Eimb (y de Eresfea, claro), leo Error humano (Debolsillo, 2007), de Chuck Palahniuk, que recorre justamente uno de los aspectos más interesantes del Periodismo: la cornisa entre realidad y ficción, Periodismo y Literatura.
Apunto lo siguiente:
"Lo peor de escribir ficción es el miedo a echar a perder tu vida sentado delante de un teclado. La idea de que al morir te darás cuenta de que sólo viviste sobre el papel".
Pero ese miedo es justsamente el motor:
"De esta forma, incluso el acto solitario de la escritura se convierte en excusa para estar con gente. Y, a su vez, alimenta la narración.
A solas. Con gente. Realidad. Ficción. Es un ciclo.
Comedia. Tragedia. Luz. Oscuridad. Se definen entre ellos.
Y funciona, pero sólo si uno no se queda demasiado tiempo varado en uno de los dos lados".
Supongo que la vida tiene algo de eso, opuestos que se definen entre sí, estar aquí y allá, reconocer y encausar.


P.D.: El cuadro es de Gaspar Cortés Zarrias.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Abighaíl, el Tortugo

Luego de diez años de mentiras y simulación, se supo la verdad: la tortuga no era tortuga sino tortugo.
El amo afirma:
-Yo siempre supe que era "especial".
Y luego agrega:
-Ahora es difícil volver a confiar en ella/él: yo le tenía fe para que fuera ninja, una tortuga ninja.
Decidieron rebautizarla: Abighaíl, el Tortugo.

Música (para ver)


Esto es una parte del "Zygel vs. Gonzáles/ Piano battle", que salió en la televisión francesa. En este bloque, tocan según las siguientes consignas:
1) "Virtuosismo".
2) "Tenés tres años de edad".
3) "Con un solo dedo".
4) "Breve evocación de música andina".
5) "Sin las teclas".
6) "Hacer reír a la audiencia".
7) "Tartamudeando".
8) "De pie".
9) "Deprimido".
10) "Histérico".
¡Me encantó la idea!
¿Por qué no se hacen este tipo de cosas en la tevé uruguaya? Ustedes sabrán.

Aunque no nos escuchen

Son doce y media de la noche, tengo el cuerpo molido, me queda todo un reportaje por delante y estoy cansado de que la gente me agarre de psicólogo y libere sus penas en mí, sin pagarme.
Hoy, por ejemplo, dos veces. La primera, un veterano en el ómnibus
(que la humedad, que el playstation de su hijo de 42 años, que su otra hija en Barcelona a la que le gustan demasiado los hombres..., que sus nietos son una manga de drogadictos)
y la segunda -recién, hace cinco minutos- un tachero culturoso con aires de bitelchus me daba clases de filosofía práctica y yo, disimuladamente, además de aburrirme y pensar en lo larga que será la noche, saco la nariz por la ventana para escapar de su mal aliento, disecado entre el parabrisas y la mampara
(que su ex no sabe criar a la hija que tuvieron hace tres años; que le tiene ganas a su otra ex, que cada crecimiento es un dolor...)
y él me pregunta por el libro que llevo en la mano -La conjura de los necios, ¡oh casualidad!- y le empiezo a contar sobre John Kennedy Toole, pero él me interrumpe cada tres segundos, tratando de adivinar lo que sucede con la vida de ese trágico escritor, y nunca le emboca.
Y entre sordos -me incluyo-, será que siempre necesitamos contar historias, nuestras historias. Aunque no nos escuchen.


P.D.: Este post no es en vivo: fue escrito hace unos días.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Invierno veraniego


Eresfea anuncia el comienzo de la primavera. Los días de calor, días de invierno veraniego, comenzaron, y ahora dan paso a las lluvias. Aproveché esos grados de inspiración para aprender este tema, "Tarde en Itapoá".
Ahora sólo me falta un poco de pigmentación y un curso de portugués.

P.D.: B. maneja la teoría "Disuloción estacionaria": pronto no habrá estaciones, y viviremos en el caos, pasando, por ejemplo, de invierno a otoño, o de verano a primavera.

Habrá que tener roperos más tolerantes.

"Alumno raso - ladrón de café"

Muy simpática la señora de la facultad, que me miró de arriba-abajo, y me dijo:
-(¡!) El café no es para los alumnos.
Silencio. Y siguió:

-Es para Los del Máster.
Y yo, que no soy "de Los del Máster" sino alumno raso, entendí:
1) Los alumnos del máster no son alumnos. Son "Los del Máster".
2) "Los del Máster" no visten calzado deportivo ni buzo verde (si no, la señora no me hubiera reconocido como "alumno raso - ladrón de café").
3) "Los del Máster" están más despiertos que los alumnos a rasos porque tienen acceso -libre, al estilo espeto corrido- a los termos de café.
4) Ese breve parlamento, -(¡!) El café no es para los alumnos. Es para los del máster-, además de hacerme sentir como un ladrón de gallinas, me hizo retroceder a segundo de escuela, cuando las maestras me ponían los puntos sobre las íes.


Gracias, señora de la facultad, recuperé la niñez por unos segundos. Espero que no le haya faltado café a "Los del Máster".

miércoles, 12 de septiembre de 2007

El riesgo de envejecer

Diálogo entre Seba (4 años) y su mellizo Fede (4 años, también):
-El año que viene cumplo cinco años -dijo Seba, extendiendo todos los dedos de su mano, en señal de alto- y voy a empezar a ser más grande que vos, aunque no te guste. Así que dejá de hacerte el vivo, ¿tamo!
Y Fede, en un destello de lucidez, comprendió que su hermano envejecía, y él corría el mismo riesgo.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Día de estudio

Como se habrán dado cuenta, hoy es un día de estudio. "Estudio". Más que estudio, "repaso", diría Merelo. Otra vez Guerra Fría, otra vez socialismo, otra vez capitalismo, ¡etcétera!
Para digerir los conceptos, recorro blogs. Hoy, lo mejor que encontré es de Alberto Montt, y su ilustración "Amor daltónico". Me reí un rataaazo. Visiten su
blog, y que disfruten.

P.D.: ¡Viva Hannah Arendt!

Terminal terminante

En vez de festejarlo -¡fue un golazo!- me pusieron en penitencia. La clavé en el ángulo, pero el ángulo, en ese entonces, en un barrio de veredas tranquilas, no era más que un cristal desnudo y lo hice añicos. Usábamos al garaje de arco de fútbol y cada tanto le dábamos bombazos al farol o a las macetas (¡o al ángulo!), y apenas sonaba el golpe, desaparecíamos de la calle: Sebastián Chiquito se escondía detrás del chevrolet; Mauri y yo entrábamos al zaguán; Cangre y Wilson ("las malas yuntas de allá abajo") doblaban por la esquina; y todo Urquiza se hundía en un silencio cuasi bélico.
Eran buenos tiempos porque Tres Cruces todavía no tenía la terminal de ómnibus, y podíamos recostarnos en el asfalto durante horas sin que pasara un solo auto.
Cualquiera sabe que un partido de fútbol barrial es un partido fútbol barrial y, en el apuro, para no cortar el juego, en vez de ir al baño de casa, meábamos en los árboles, como nos enseñó Pablo, que ya tenía 15 ó 16 años. Estaba calculado que demorábamos unos 75 segundos menos. Pero este meo urbano no era un libertinaje: teníamos códigos. No se podía mear en los árboles en crecimiento (el de Jacobo, por ejemplo), y mientras pasara gente, teníamos prohibido hacer exhibicionismos... No he vuelto a encontrar un baño tan oportuno como el sauce de Avelino Miranda que, después de aquella Navidad, empezó a crecer amarillo y torcido. Sospecho que no fue por nuestros infantiles orines. Esa última Navidad, la de 1993, en la que abundaron los meos etílicos, no hubo sauce que no llorara. Ellos, los sauces, sabían lo que se venía y comprendieron que nosotros, los niños, nunca más podríamos recostarnos en el asfalto durante horas sin que pasara un solo auto.

Si hubiera más cellistas, el mundo estaría mejor


Entre todos los instrumentos, el cello es uno de los que más me emociona. Será por su timbre parecido a la voz humana. O porque logra la expresividad del violín y la personalidad del contrabajo, no sé. Pero es alucinante.
Les dejo algo hermoso que encontré. Que disfruten.

P.D.1: Semi-chino y cellista, él es Yo-Yo Ma, uno de los más reconocidos del mundo.

P.D.2: Suite Nº 6 para cello, de J.S. Bach. (También es indispensable escuchar la Suite Nº1, lo juro por mis dedos).