lunes, 31 de diciembre de 2007

¡Feliz Navidad!

Espero al último día del año para escribir este culposo post, en un blog que ha sufrido los avatares de mi inconsistencia. Pero siempre tengo presente a mis lectores, esos que me golpean en los riñones y me dicen: "Bo, puto, escribí".
Vengo a un cyber -refrigerado cyber- de Punta del Este a entregar un trabajo y aprovecho para escribir. Últimamente estoy muy top. Topizado, diría.
Hace unos días quise escribir estos párrafos. Ahora los cito:
"´Que los estadounidenses lancen las bombas atómicas sobre nuestras cabezas. Esta nación cuenta con quinientos millones de habitantes. Aun cuando cayera la mitad, seguiríamos siendo doscientos cincuenta millones, y esos doscientos cincuenta millones engendrarían otros doscientos cincuenta millones en poco tiempo´.Más tarde, cuando leemos sus palabras en el periódico, nos hierve la sangre. Desde entonces vivimos años y años con la mirada vuelta al cielo, esperando a que los estadounidenses nos lancen sus bombas y así el dictador pueda demostrar nuestra valentía y nuestra lealtad". (Los buenos deseos, Yiyun Li, pág. 66).
Quería mencionar este libro en el diario, pero no se pudo. Como buenos tercermundistas, también nos tomamos "al suave" las cuestiones cutlurosas. Dependemos de las traduciones gallegas -porque ellos sí saben lo que hay que leer-, y el costo de un libro equivale a un testículo/ testículo y medio, dependiendo de la hombría del consumidor. Cuestión que me dijeron: "No, mire, señor, ese libro que usted dice no está en plaza, y por ahora no lo vamos a estar trayendo...". De todos modos, intento: "Pero mire que es bueno, en España ganó muchos...". Inútil. Cojo Yo, Darwin, en un acto de desesperado marketineo. Y me resulta levadurizado, con demasiado aire, y me aburro bastante. Si no fuera por las exigencias semanales del periodismo, ese libro sería %428 mejor.
Otra vez seriedad. Y es inevitable no volver a lo que hablamos con M. el otro día: las personas sencillas, humildes, que no cambian más que su chacrita, pero viven en una coherencia envidiable; y las personas más avasallantes, los caudillos, los presidentes, los grandes empresarios que se juegan a hacer cambios sustanciales pero muchas veces se pierden en los recovecos del individualismo. Concluimos en que hay que encontrar el límite entre lo trascendente y aquello que nos llena como individuos. Que individualismo y altruismo convivan. Si es posible. Lo es.
Antes de irme, digo que me voy. A Polonio town, unos pocos días, pero bien suficientes para arrancar un tentador 2008. Después vuelvo a emevedé o a alguna playota del Este, pero más civilizada, desde donde intentaré escribir.
Gracias a Abstra por este año de movimientos.
P.D.1: ¡Feliz Navidad!
P.D.2: ¿Alguien conoce a alguien de la foto? Yo no.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Al, te deseo lo mejor. Un muy feliz 2008, colmado de logros. Un beso grande.

Anónimo dijo...

Maldito, yo que miraba y decía, y sí, tanto tiempo lejos y ya no conozco a nadie. Eso no se hace.
Un abrazo igual.

Al Nonino dijo...

Es horrible y excelente la foto.
Abrazo.

eresfea dijo...

¿Viste cómo funcionó lo de golpearte bajo?

Anónimo dijo...

Grrr! Puta madre!! (desde Cusco)
Disculpas ajenas por mil.

Al Nonino dijo...

Ellos (nosotros, los uruguayos) se lo pierden(emos).