viernes, 20 de abril de 2007

El tiempo sin tiempo

Imaginábamos una ciudad sin adultos. Sólo de niños. Un niño arquitecto, un niño plomero, un niño policía... un niño niño. Nos reíamos de las dimensiones que tendría que tener esta ciudad. De la abolición de las universidades, y del monopolio de las guarderías. De la desaparición de los informativos frente al dominio de los dibujos animados. De que ya no se usaría combustible, ya que los medios de transporte serían triciclos y mono patines. Y así seguimos divagando y casi todo fue perfecto. Pero al rato nos dimos cuenta de que esto no servía de nada, no tenía utilidad. Y nos fuimos a cumplir con las cosas importantes, las obligaciones de adulto. No sea cosa de perder el tiempo.

3 comentarios:

Ignacio Bermúdez dijo...

Tremendo!!

El otro yo dijo...

El tiempo, escurridizo, quién pudiera modificarlo o detenerlo.
Me falta comprarme el disco de Buscaglia -hijo- para perder el tiempo en sus canciones.

Al Nonino dijo...

Cómpralo, cómpralo. Y disfrútalo, disfrútalo.