lunes, 28 de agosto de 2006

"La nostalgia ya no es lo que era"

Hace años que me peleé con el fútbol uruguayo. Años. Odio los partidos de Nacional, Peñarol, Danubio, Cerro y todos esos timadores. Prefiero el Gourmet Tv.
Pero cada tanto, ejerzo una suerte de masoquismo y asisto -de incógnito- a algún estadio. Me gustan las canchas chicas. Ayer, por ejemplo, fui al Saroldi a ver a Wanders.


El primer contacto con el partido fue a unos veinte metros del estadio: la pelota se vio por encima de la tribuna. Aboné la entrada (50 pesos uruguayos, todo un afane si se lo analiza desde lo deportivo; un verdadero regalo si se lo analiza desde lo dramático y poético). Cuando paso por el control de la entrada -llegaba tarde-, el encargado se había ido a ver el partido. Y el cana de la puerta me dice entre dientes: "Hss, por mí pasá..." No lamenté haber pagado la entrada porque conozco pocos clubes tan amenos como Wanders. Y colarme hubiera sido como robar en el BPS.


Dos cosas me llamaron la atención:

1) Las medidas de seguridad eran similares a las de una cuna de bebé: un alambre casi de utilería, puramente psicológico. El línea estaba regalado. Suerte que fue un partido tranqui, porque si no, una persona como yo, que no es muy buena escupiendo, le podía clavar un pollo en la nuca sin el menor esfuerzo. Pero no estaba exonerado de gritos -ni él, ni su madre-. Parecía uno de los siete enanos -la hinchada se lo hizo saber- y tenía pinta de que todavía vivía con su madre. La mayoría de los gritos hacían referencia a su vientre.

2) La barra brava. Eran menos de quince, y le gritaban a las cinco familias de River: "Los de River son todos p... Los de River son todos p... (x 1000)" (Alternar entonación). Los de River, mejor dicho, las familias de River, no entendían nada. Me sentí incómodo.

Los hinchas de Wanders ya no son lo que eran. Ya no son como mi abuelo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Realmente conmovedor. Sobre todo para aquél que tuvo la oportunidad de asistir a una cancha como el Parque Saroldi antes del año 95, 96. Igualmente creo que concurrir a este tipo de partidos sigue siendo toda una ceremonia. Los olores y las imágenes tienen vida propia en el Saroldi.El inconfundible maní que va de la mano con Wanderers (corrijo, ése es el nombre del club y no "Wanders") y con el olor a eucaliptos, típico del Prado. Las sensaciones auditivas también juegan un papel importante a la hora de ir a una "cancha chica". Los gritos que sin duda son totalmente distintos a los que se escuchan en el Centenario. Recuerdo, que de chico esto último se volvía muchas veces el centro del espectáculo. Por supuesto que también la relación con el juez de línea generada por ese alambre casi virtual es también muchas veces lo que hace que la entrada valga lo que vale, he ahí el disfrute del espectáculo y no el fútbol, muchas veces casi inexistente, aunque no hay que desmerecer, pues muchos partidos entre cuadros chicos resultan ser más entretenidos que un Nacional-Rampla.
Hasta EL luego.
el guánder el guándeeeeeeeer

Anónimo dijo...

Me gusta el grito del desequilibrado que dice: "El guaaaaander el guaaaaaaaaaander." Es otra de las razones por las que voy a ver al bohemio.

Anónimo dijo...

Volví al fútbol hace dos domingos, con el comienzo del campeonato y con la mochila llena de esperanzas luego de las grandes contrataciones de Peñarol para esta temporada. El frío era intenso, pero las 20.000 personas que, como yo, habían asistido esperanzadas de que la historia cambiara, me daban aún más ganas de soportar el frío y esperar con ansias que salieran los jugadores a la cancha a demostrar, presisamente, que la cosa cambiaría. Pues no. Peñarol jugó mal y para peor, perdió en la hora. Ok, es el nuevo cuadro, hay que seguir apoyando hasta que se forme el plantel y las cosas cambien.
Es así que el domingo pasado fuimos al estadio (yo y los otros 20.000). Que mejor que empezar ganando a los 4 minutos. A falta de 7 para que se terminara el partido, a Liverpool se le ocurrió hacer el gol que merecía hace rato. En ese instante volvió a morir el fútbol uruguayo para mi.

Seguramente vaya de nuevo contra Rampla. Y seguramente nunca llegue a entender porqué.

Odio el fútbol uruguayo.

Anónimo dijo...

Señor Vengador: creo que logró resumir las sensaciones de ir a un estadio que se acentúan si es fútbol uruguayo. Es decir, esa inentendible relación entre amor y odio, esa antítesis es lo que lo hace tan particular, aunque me parece que el odio ya ganó mi batalla y la de muchos uruguayos que se conforman con jugarlo entre amigos y los que pueden se dan el lujo de verlo en ESPN (me refiero al fútbol glamoroso que es mucho más negocio que el nuestro). El que lee esto sin conocerme dirá, que sobre mí reina una nube de pesimismo y es por eso hablo así. Por el contrario, reconozco ser relativamente optimista pero a esto hay que proporcionarle una cuota de realidad.
Sin embargo existe una cierta atracción casi magnética que sigue llevando a algunos integrantes de esta sociedad a los estadios. Llámenlo masoquismo, intriga, nostalgia del viejo fútbol, o simplemente la necesidad de saber qué pasa sabiendo que lo que espera no es algo bueno.

Ignacio Bermúdez dijo...

Futbol Uruguayo, un deporte único en el mundo.