Hoy llegué a la biblioteca de la universidad, y un niño veinte años menor que yo tocaba el piano. La biblioteca estaba vacía, yo ordenaba mis papeles, y el niño golpeaba el piano y reía, mientras su padre elegía libros.
Desde el momento en que trajeron ese piano a la biblioteca -¿alguien sabe cómo hicieron para entrarlo?- me pregunté cuál era el proposito de colocar ese instrumento ahí. Recién hoy comprendí: en vez de poner revistas, como en los consultorios dentales, aquí ponen pianos, para darle un toque más intelectual.
Prometo que antes de las vacaciones, voy a tocar ese piano.
P.D.: Este es el mejor post del día, por lejos.
5 comentarios:
¿Podre estar presente, friend?
Sí. Llevá un alimento no perecedero.
Pensé que era a beneficio del Piñeyro del Campo...
Querido Al, parece que este es el único medio para despedirte. Que puedas tocar muchos pianos en tu viaje. Un abrazo y Feliz Año
a no despedir!!!!
despedir suena a definitivo...
nos estamos viendo alnonino!!!
igual te lo dire personalmente en los muchos asados que nos restan antes del 19...
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