Yami lleva pelito corto y grueso, y de sus orejas no cuelgan carabanas, ni nada que la identifique como niña. Yami corre sobre el barro, con pies diminutos y descalzos. Huye del frío en puntitas de pie, y nunca se incrusta los vidrios ni las chapas que se esconden en el barro.
Los niños forman una fila, mientras esperan a que les pinte la cara. A Yami le dibujo un corazón naranja en la mejilla izquierda, y una estrella azul en la mejilla derecha.
-Yami..., ¿en qué año estás? -Me mira, hace una mueca en silencio, y sin esperar a que termine de pintarla, se va corriendo a jugar con los otros niños.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
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4 comentarios:
Dice mucho con muy poco. Así me gusta, Al.
(La pintura no es lo tuyo).
¿Decís que se asustó con la pintura?
Me pregunto si por error la pintaste con tu dedo mutante, ese que está para amputar. Capaz que esa es la razón del escape.
Concuerdo con el don que aparece comentando arriba.
Muy expresivo Nacho, supongo que seguis igual que en febrero. Tus escritos lo prueban...
Larga vida al nonino
Sebastian Green Martinez
Un abrazo grande maestro, y siga con lo suyo que del otro lado del charco lo seguimos a muerte ;)
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