Sebastián estuvo sentado durante media hora en el sillón del living de Paola (203), haciendo letra con la madre -"estoy terminando la carrera, y me tomaron en una empresa de Zona América"-, mientras esperaban que Paola (203) saliera del baño.
Y no. Paola (203) no conocía a Sebastián. Porque la Paola de Sebastián no era la del apartamento 203, sino la Paola del apartamento 303.
-¡Yo a vos no te conozco! -gritó Paola (203) al salir del baño, y en seguida miró a su madre, pidiendo explicaciones. "Cómo vas a dejar entrar a este tipo, quién lo conoce".
Y no. Paola (203) no conocía a Sebastián. Porque la Paola de Sebastián no era la del apartamento 203, sino la Paola del apartamento 303.
-¡Yo a vos no te conozco! -gritó Paola (203) al salir del baño, y en seguida miró a su madre, pidiendo explicaciones. "Cómo vas a dejar entrar a este tipo, quién lo conoce".
Sebastián chequeó la dirección en el papel fluorescente que guardaba arrugado en su bolsillo. Paola (203) tenía razón.
Recién empezaban a salir. Era la primera vez que Sebastián iba a la casa de Paola (203/303).
Recién empezaban a salir. Era la primera vez que Sebastián iba a la casa de Paola (203/303).
P.D.: En la foto de arriba, Paola (203). En la foto de abajo, Paola (303). Ambas hacen ejercicio.
4 comentarios:
No sé si tengo el gusto averiado, pero la Paola 303, la de abajo, me da asquito.
Es cuestión de gustos (...y urgencias).
Eresfea, te diría un amigo mío: "Epah, te estás aburguesando. Todas tienen derecho".
¡Jo...! Si es así, ¡viva el aburguesamiento y hasta el hamburguesamiento!
Publicar un comentario