Mamíferos (Anagrama, 2004), de Pierre Mérot me cansó. Las ideas le ganan a la historia: demasiada definición.
Sin embargo, algunos pasajes se aproximan a la verdad:
"No dejamos de amar a los que hemos amado. Pero nos gustaría creer que poco a poco, de persona en persona, de pieza en pieza, estamos haciendo un rompecabezas, y que un día aparecerá un rostro. Y que ya no tendremos que seguir buscando. Pero la única imagen completa que tenemos es la última, y no hace desaparecer las precedentes. No olvidamos ninguna imagen, y ninguna nos retiene. Por eso nuestra vida no es una sucesión de fracasos, sino una incierta construcción íntegramente dedicada al amor". (pág. 41).
lunes, 23 de julio de 2007
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9 comentarios:
¡Ah, el equilibrio de relato e ideas! El alambre de esos chicos terribles de la literatura francesa...
¿Qué otro francés hay que leer, Eresfea?
Yo que tú, forastero (esto suena a película del Oeste), probaría con el último Echenoz (2007). Aún no lo he leído...
Me ha gustado el fragmento, Al Nonino. Que esto no pare, ¿eh?
Gracias, Eresfea.
Procuraremos, J., procuraremos. (Aquí parafrasearía a Onetti: mi relación con la escritura no es conyugal; mi relación con la escritura es como con una amante"). Cuando puedo, miento y escribo.
A mí me parece que si las ideas son mejores que la historia, ¿por qué reprimirlas en procura de menos desviaciones?
A veces, cuando la historia es, al menos, conocída, las desviaciones vienen bien.
Sé que por momentos Mamiferos puede aburrir, pero un segundo antes de cerrarlo, aparece una idea brillante. O una risa, mejor. Y seguís leyendo felíz.
A mi gusto, es una novela desequilibrada. Para exponer ideas, hay formatos mejores que la novela (el ensayo, por ejemplo). La prioridad de las novelas (esto es subjetivo) debería ser contar historias.
Pero, bueh, (diría Eresfea): "Para gustos, colores".
Abrazo.
Sí, Gardner dice algo de eso, pero no le creo mucho.
A mí no me gusta el amarillo. Ni el naranja.
Abrazo.
Yo tampoco puedo con el anaranjado, sobre todo si viste a una mujer.
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