viernes, 8 de junio de 2007

Rodados

Disminuí la cantidad de kilómetros semanales en bici. Ahora camino más. Es que las mañanas invernales (otoñales) son cada vez más violentas. Y como ahora tengo emepetrés, en el camino a la facultad escucho música, y así me despierto mejor.
También influye que mi bici está casi kapput del todo, y se ha vuelto riesgoso usarla. A veces ando en la bici de mi hermana, que es muy cómoda, aunque peligrosa: es rosada, y cuando paso de noche por el Parque Batlle, los travestis me miran con ganas. Yo sigo veloz, y hasta ahora mantengo el invicto.
En esa misma bici fue a rendir mi hermano el último examen del Abi, el bachillerato alemán. Salió en la máquina rosada, vestido de saco y corbata, con una lapicera en el bolsillo. Un grande.
Tengo una pasión extraña por las bicicletas, confieso.

1 comentario:

eresfea dijo...

Tiempos de Giro, la bici sólo podía ser rosada...