De S. sólo importa saber dos cosas: que nunca tuvo insomnio, y que vestía una barba larga hasta el ombligo. Su vida fue normal, es decir, le gustaban las albóndigas. Pero un día su vecino le arruinó la vida.
Le dijo: "Con todo respeto, S., necesito hacerle una pregunta. Cuando duerme, ¿dónde deja usted la barba, debajo de la frazada, o encima de la frazada?".
Desde aquel día, S. padeció un insomnio mortal.
Y antes de irse, anotó en su cuaderno: "Las preguntas vitales también son mortales".
domingo, 15 de abril de 2007
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5 comentarios:
Lo de las albóndigas me ha encantado. Lo de la barba me sonaba...
Yo sabía, yo sabía. Cuando me lo contaron, me sonaba de algún lado... Por la dudas lo conté, lo guardé.
¡Yo diría que lo de las albóndigas fue buenísimo!
Historia verídica:
Tengo un amigo que toda su vida vivió con un reloj cucú en la casa. Un día le preguntaron:
-¿Qué es ese sonido?
-¿Qué sonido?- respondió
-Ese tic, tac, tic, tac- le dijeron
Desde ese día no pudo dormir más.
Saludos,
Seba
Jeje, es una buena historia. Me pasaba a veces con un reloj viejo que teníamos en el cuarto. Se rompió en una noche de insomnio...
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