A diferencia del resto de la humanidad, cuando nací no lloré. Estaba muy preocupado por otra cosa: llevaba nueve meses con ganas de mear.
Como no lloraba, el médico (un chanta) me empezó a golpear en la cola. Pero yo no lloraba. Siguió pegando y pegando. Y me calenté:
-Pará, loco, ¿no ves que no quiero llorar? -ésas fueron mis primeras palabras. La enfermera casi se desmaya.
Aproveché el silencio que se esparció por la habitación, y pregunté por el baño.
-Al fondo a la derecha -dijo la enfermera, temblando.
-Ya sé que es al fondo a la derecha -respondí-, siempre es así. Lo que quiero es que me lleven al baño: ¡todavía no sé caminar! -grité, algo malhumorado. Ése fue mi primer berrinche.
Asustada, la enfermera me llevó al baño. Quiso sentarme en el váter.
-¿No te das cuenta de que mido 49 cm, asesina? ¡Querés que me vaya por el caño! -literalmente.
-No, no, señor, no se enoje, ya le traigo una pelela.
-¡¿Señor?!-gruñí, mientras disfrutaba de los escalofríos previos al meo.
Ella me sostuvo de los hombros, y descargué.
Si bien medía menos de medio metro, pesaba 38 kg, 35 de los cuales eran agua/pichí. Ella empezó a alcanzarme pelelas, y pelelas (once en total), y yo fui perdiendo peso. Al final quedé en unos 3,1 kg, y empecé a ser un niño normal. Cuando salí del baño, mi madre seguía desmayada (fue un parto doloroso). Dije en voz alta:
-¡Acá no se mueve nadie hasta que mi madre se despierte -con tono de asaltante de banco-! ¡Y nadie, absolutamente nadie puede decirle a mi madre que ya sé hablar!
-Sí, sí, ehh, señor Bebé (¿?), ¿está bien decirle señor Bebé?
-Hasta que no me pongan nombre definitivo, respondo sólo a "Bebé".
-No diremos nada -corearon los presentes.
A los pocos minutos, mi madre despertó. Me dijo "ajó, ajó", "mamá, mamá". Mi padre entró a la sala y dijo "ajó, ajó", "papá, papá" -continuando la originalidad de mi madre-. Disimulé, no dije nada. Lloré un rato, y recién al año y pico empecé a pronunciar palabras. Pero sólo palabras de bebé (“tío”, “auto”, “papa”, “papá”, "incorruptibilidad", etc.).
Por suerte, nunca se dieron cuenta, si no, tendría que haberme salteado los primeros años de escuela y no hubiera sido un niño normal.
P.D.: Cuando vea al Diseñador, le diré que agrande el tamaño de los vientres, y que ponga baño en suite (con yacuzzi para los abonados).
miércoles, 14 de marzo de 2007
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6 comentarios:
Yo cuando nací y vi a mi padre pensé: ¡me voy a quedar pelado! Desde ese instante la vida no tuvo sentido.
Tranquilo, Pobre loco, hay pelucas. Y hay gotitas y yampuses especiales.
Nothomb: Metafísica de los tubos.
Tomo nota.
Magris está amarguis.
Que aborto se perdió la humanidad. Y pensar que estuviste cerca del vater.
Gracias, Ano.
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