Sin embargo, él no necesitó veintipico de motos, camionetas, helicópteros, limusinas blindadas, francotiradores. A él, mi hermano, no le colgaron carteles de asesino, genocida, y a él, mi hermano, no le rodearon el hotel y no quemaron muñecos con su cara.
Al otro, a Bush, lo vi pasar bien de cerca. A cinco metros. Salí a correr por la rambla (acción bastante arriesgada), y me encontré con una escena que ya había visto en varias películas de Hollywood, pero que igualmente me impresionó.
¿Qué se siente tenerlo tan cerca?
No sé, no se siente mucho. Pasó como si fuera una estrella, como Luis Miguel, o Madonna. A muchos les jode que Bush haga sus travesuras (asesinato de niños, mujeres, Guantánamo, etc.), pero no les jode que Sadam o Fidel hagan/hicieran lo propio o que acá los niños se mueran de hambre (otro tipo de asesinato, más perverso y sin cadenas internacionales que lo registren).
En fin, mi hermano no tuvo ningún inconveniente. Cenó con su novia, tranquilo, en paz.
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