martes, 23 de enero de 2007

Negociante de la noche

Un noruego, o un sueco, no sé bien, le pide cocaína al amigo de un amigo.
El amigo de mi amigo es muy rápido. Trabaja de la siguiente manera: se para en la barra, exhibe cinco billetes de mil, pide un trago, lo toma, y, antes de terminarlo, se escapa. Nunca falla. Él dice que esos cinco billetes son siempre los mismos.
El amigo de mi amigo estaba en La Barra de Punta del Este, en un boliche punchi punchi, donde, para estar "in", hay que saber cuatro idiomas, tener una botellita de salus -sin gas- y poner cara de pasado. Fácil.
-¿Tiener cocaína? –dijo el gringo patinando.
El amigo de mi amigo, que siempre está preparado, silabeó:
-Es-pe-ra-que-voy-al-au-to.
Fue al auto. Agarró tres cafiaspirinas. Las picó. Volvió.
-¿Cuántou? -preguntó el gringo, tocándose la nariz.
-Cinco mil.
-Ok. Ok.
El amigo de mi amigo agarró los cinco billetes de mil y se escapó.
No sé por qué se fue tan rápido. El gringo compró lo que quería comprar, le hizo efecto, y le sacó el dolor de cabeza. Mejor, imposible.
De toda esta historia, lo único que no me creo es que los cinco billetes de mil son siempre los mismos. El resto, créanlo.
P.D.: Cada cafiaspirina sale 2,50 pesos.

No hay comentarios.: