lunes, 30 de julio de 2007

Jorge Lafauci (1)

Ochocerotrés a.m., preparás el mate, y mientras hierve el agua, te vas hasta el cuarto de la computadora a chequear los mails. Sentís que la caldera silva, te pegás un pique hasta la cocina, y en el camino te das el meñique contra el banco del piano. Te acordás del vientre de la lora. Apagás la hornaya, ponés el agua hirviendo en el termo, y cuando estás terminando de llenarlo, ¡trah!, se zafa la manija da la caldera. Te quemás todos los pies.
Ochocerotrés a.m. de un lunes, buen día. Jorge Lafauci.

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