Pedí traslado de habitación. En la cama de al lado había un tipo con hemorroides; a su lado, había un tipo con inflamación de testículos; y por último yo, con infección en la garganta. Cuestión que la secuencia del médico era: revisar inflamación de testículo, revisar hemorroides, y revisar infección en la garganta, en ese orden, todo con el mismo dedo, el índice. Todavía siento gusto agrio en la boca.
Con la boca cerrada y los ojos llorosos, la niña negaba que le hubiera sucedido algo. Pero lloriqueaba y no abría la boca por nada del mundo. Por fin entramos en confianza, y ella señaló a M., que estaba trepado al techo de la casa, martillando la pared. La niña abrió su boca, y enseñó sus dientes: las paletas habían desaparecido y en su sonrisa había una ausencia negra y circular, con la forma exacta de la cabeza del martillo que se le cayó a M. desde el techo. Sentí cosquillas en la encía.