
Me mordí tres veces el labio
(comía apurado, me mordí, y se hinchó; seguí comiendo apurado y, producto de la hinchazón, me mordí de nuevo, y se hinchó más; y, como seguí comiendo apurado, producto de la hinchazón hinchada, me mordí de nuevo)
y además me mordí jodidamente la lengua
(sangre, saliva púrpura, y todo ese dramatismo que, en mi casa, no impresiona a nadie ya que todos conocen los entre telones de un consultorio dental)
y a pesar de todo se lo conté a mi madre y me dijo
-Se ve que sos buena gente, porque los malos tipos, cuando se muerden la lengua, se mueren con su propio veneno
y recién hoy, ahora, me siento mal, creo que moriré.
1 comentario:
Ay, chiquito! Por qué me tenés que poner en el medio de tus historias? Me hizo acordar a cuando eran chicos y se peleaban con Mau, se curtían a mentiras y lo peor era que decían que era cierto y juraban por mi vida! Qué escalofrío me entraba! Me alegra mucho que sigas con el blog. Un beso grande.
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