Llamémosle azar, culo, o lo que sea, pero lo cierto es que fui bastante rápido en el surtido del supermercado. Sólo me demoré en una cosa, los huevos (de gallina), que no los encontraba, y me daba pudor preguntarle al gondolero: "Disculpe, señor, ¿dónde están lo huevos?". Al final aparecieron. Ahora entiendo por qué hay tan pocos hombres en el supermercado. Es un ambiente muy sexista.
P.D.: La imagen, Cinco viudas en un supermercado, de Pablo Mañé.
1 comentario:
Imagínate que tienes que pedir los huevos (de gallina) en un supermercado noruego. Sucedido real, imagina la mímica para iluminar a la cajera...
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