
Mi hermano (pequeño), que ocupaba la parte menos privilegiada de la cucheta, cuando no podía dormirse, decía: "Acordate de respirar automático". Acto seguido, era Imposible pegar un ojo. Como si fuera una frase demoníaca. Porque el mero acto de respirar dejaba de ser algo automático, y no parábamos de pensar en que "teníamos que respirar". Entonces, ninguno de los dos se podía dormir.
Esto me vino a la mente porque me pasé toda la mañana con ganas de estornudar -y no pude-. Y me hizo acordar a cuando mi hermano -el otro, el mayor y más malvado- nos convenció de que si estornudábamos más de cien veces, moríamos. Mi primera imagen de la muerte tiene gusto salado, a moco...
Ahora ya no me creo esas genialidades. Espero que no tenga nada que ver con el efecto dominó. O el efecto dominado.