viernes, 24 de abril de 2009

Capitalismo

Necesitaba comprar un tarjetero. En la vidriera del local había uno bueno, bonito y barato.
-Señor, ¿tarjeteros tiene? -pregunté.
-Sí.

El vendedor me trajo uno de cuero, con puntero de metal. Horrible.
Insistí:
-¿Y como el que está en la vidriera no tiene? -le dije, señalando la evidencia en la vidriera
.
Y el vendedor, como quien descubre que están por timarlo, me dice con rabia:

-¿Usté me quiere dejar la vidriera vacía, joven!

Y no me lo vendió.

Guoquitoqui

Una madre, dos hijas. Una tienda de ropa. Cada uno de los personajes lleva un guoquitoqui. Superficie de la tienda: 40 m2. Cada uno de los personajes camina separado.
La madre encuentra una falda ochentosa y enciende el guoquitoqui:
-Hijas, vengan a ver...
Las hijas no responden.

-Hijas, ¡vengan a ver...!
Las hijas no responden.

-Hijas, ¡¡vengan a ver...!!

Y las hijas siguen sin responder.

Enojada, la madre deja el guoquitoqui a un lado, y grita:
-Hijas, ¡¡¡vengan a ver...!
!!
Y las hijas responden a coro:
-Mamá, no hay por qué gritar: para eso tenemos los guoquitoqui.
El resto de la tienda observa a la madre.

domingo, 19 de abril de 2009

Predicators

Me acosté pensando en el desayuno, y amanecí pensando en el desayuno. Probablemente soñe con jugos de naranjas, sandwichs de jamón y queso, capuccinos. No lo recuerdo.
Fui a la Plaza de Armas, e sumergirme en la lectura del Barón Rampante.
Cosimo estaba trepándose al árbol, justo cuando un predicador evangélico espantó palomas, atrajo despistados, e interrumpió mi lectura. Algo así, pero con más años:



Historia de guitarras


Ya habíamos probado dos de sus guitarras, y G. me dijo:
-Hay una tercera...
G. apareció con un estuche ovalado, un ataúd infantil. Le retiró el polvo, y al abrirla, en lugar de un niño muerto salió una guitarra Velazco del año 51, escoltada por el terciopelo del estuche.

Escribo:

La música a punto de existir
Que los instrumentos guardan
mientras nadie los ejecuta.

O

Potenciales vocablos en literatura empolbada
Esperando el momento
En que alguien los participe
En la realidad.

De esa serie de guitarras Velazco del año 51, existen tres en el mundo.
Una es de Daniel Viglietti.
La segunda, el luthier Velazco, que era un comunista de sangre -de cuerpo- se le regaló a Stalin. Pero nunca llegó a manos rusas: alguien se la robó en el camino...
Y la tercera la tiene G.
Ayer toqué en esa guitarra.